Soy de nacionalidad mexicana y cuando vine con mi esposo a Australia, pensamos en vivir solo un año aquí y ya llevamos 3.
Estos años he sentido algunas veces una nostalgia sobre mi tierra natal. En la celebración del día de la independencia mexicana del segundo año viviendo aquí, sentí esa nostalgia por primera vez, compramos unos tacos para cenar y pusimos música mexicana de fondo, aun recuerdo que se me salían unas lágrimas mientras comía mis tacos. También reía, ya que me parecía increíble que fuera posible que alguien pudiese llorar, ¡comiendo tacos!
Años antes, cuando vivía en México, no celebraba ese día, ni comía comida mexicana especial, pero ahora que vivo en el extranjero he adoptado esa celebración mexicana no como algo que hay que hacer, sino porque realmente me identifico desde mi corazón.
En este tercer año viviendo en el extranjero, a vísperas del día de muertos, sentí un tremendo antojo de pan de muerto. Como es de esperar no es sencillo encontrarlo fuera de México, pero lo encontré y compramos varias piezas.
Al morder el pan de muertos el sabor me transportó a mi niñez, cuando de niña mi abuela me daba un trozo de pan con chocolate para comerlo frente al altar, y un aroma de mandarina inundaba el cuarto. Pude ver las luces de velas blancas y pétalos de flores de cempasúchil formando un camino en el piso frente a mí, y con esto… sentir el cariño de mi abuela, ella quien me enseñó con amor esta tradición y ahora vive en el cielo.
En la casa donde crecí no poníamos altar de muertos y cuando deje de vivir en casa de mis padres tampoco lo hacía. Ahora, que vivo en el extranjero he hecho mi altar cada año. Ese día no solo lo hago por seguir una tradición impuesta o solo porque a mi esposo le gusta la comida mexicana, sino que también lo hago por ella, mi abuela Mely, quien realmente siento que viene a visitarme ese día y me la imagino muy feliz de ver que sigo sus tradiciones. Incluso, converso a solas con ella y junto a mi abuelo les doy un gran abrazo.
Esta tradición implica la visita de nuestros fieles difuntos, aquellos que amamos y esperamos con alegría su visita a nuestro hogar. Esta experiencia de realmente hacer comida para ellos, esperarlos e incluso convivir o darles unas palabras de cariño, no la había vivido en México.
Es como si cuando vivía en México, estuviera dormida sin valorar las bellas tradiciones y ahora que estoy tan lejos las valoro como nunca antes.
Soy consciente que también soy ciudadana del mundo y reconozco que me gusta conocer otras culturas, e incluso abrazarlas. No me arrepiento de vivir aquí y no estoy viviendo en tristeza de estar lejos de mi tierra, comprendo bien que cada decisión tiene precios a pagar. Sin embargo, en este artículo quiero compartir que me doy cuenta lo que significa ser para mí ser un mexicano en el extranjero, lo que significa es más que tener un pasaporte que diga el nombre del país, es sentir amor en el corazón, por las tradiciones y cultura, es sentir amor por tu país y sentir que eres una parte de él. Eso, sentir amor y sentirte a ti mismo mexicano, es sentir en tu pecho la frase: “podrás sacar al mexicano de México, pero nunca a México del mexicano”.
Gracias por leer mi compartir ❤️